Por Marcus Granadeiro
El valor agregado del BIM (Modelado de Información de la Construcción) aumenta cuanto más se aplica a lo largo del ciclo de vida del proyecto. Es común ver presentaciones que destacan el uso del BIM en todas las etapas de forma cíclica, aunque es raro que su implementación vaya más allá de la fase de diseño.
La mayor parte de su uso se concentra en el diseño debido a la facilidad de modelar en tres dimensiones. Es visual y “tangible”, ya que un modelo en 3D causa gran impacto. El «M» del BIM predomina, por eso aplicaciones como la detección de interferencias, el cómputo de cantidades y la integración con la planificación representan la mayoría de los casos existentes en el mercado.
Aunque valiosas, estas aplicaciones limitan el verdadero potencial del BIM si se restringen al diseño. Lo ideal es comenzar incluso antes—en la definición del producto—y avanzar hasta la etapa de obra y operación. Solo así se podrá evidenciar el impacto real, como ya ocurrió en programas gubernamentales exitosos como el del Reino Unido, que ha servido de referencia para iniciativas similares en Brasil.
¿Y cómo lograrlo? La clave está en enfocarse en la “I” del BIM—Información. Es fundamental organizar los datos incluso antes de que exista el modelo, y garantizar que esta información fluya entre las fases del proyecto, entre las distintas tecnologías y entre todos los stakeholders, de forma continua, sin silos ni redundancias.
El programa de necesidades debe integrarse al modelo y utilizarse para evaluar su madurez y conformidad. La información del BIM puede utilizarse incluso antes de modelar, para validar costos. Los modelos deben enriquecerse continuamente con datos de obra. La gestión de la obra debe utilizar intensamente tanto la “I” como la “M” del BIM. La transferencia de datos hacia softwares de facilities debe ser dinámica y bidireccional.
¿Es simple? ¿Barato? ¿Rápido? Para nada. Abordar la “I” es mucho más complejo que modelar, ya que involucra más procesos, más personas y mayores riesgos. Su implementación depende, sobre todo, de la verdadera voluntad de la alta dirección. Puede costar más y llevar más tiempo de lo esperado, pero marcará un antes y un después. Es un diferencial competitivo real, dado el gran impacto que genera.
Marcus Granadeiro es ingeniero civil por la Escuela Politécnica de la Universidad de São Paulo (USP), presidente de Construtivo —empresa de tecnología con ADN en ingeniería— y miembro de la Autodesk Development Network (ADN) y de la Royal Institution of Chartered Surveyors (RICS).